jueves, 20 de diciembre de 2012

Pisto con arroz

A pesar de que las cartas en mi mano son de adulto, soy un niño, y como tal, apenas se jugar. 

Soy consciente de que muchas personas ansían mi fracaso, ver que no llegaré a nada, y lo más probable es que tengan razón, nunca pensé que yo estuviera destinado a nada, como mucho a pasar haciendo algo de ruido, pero no me importa, yo me divierto así, tocando vidas, dejando más o menos huellas, repitiendo ese contacto si merece la pena hacerlo. Aprendiendo a disfrutar de las pequeñas cosas, de mi colección de tazas baratas y curiosas, buscando ofertas sin parar, de salir a comprar ropa y volver con un muñeco vudú, una taza, tres películas épicas compradas de segunda mano a un precio irrisorio y repetir una temporada más las camisetas, camisas y pantalones, de olvidar lo que mi cuerpo me dicta escuchando la canción que más me entienda en ese momento, entender el placer de leer en una cafetería un libro con un café y una tostada delante, divertirme saltando de charco en charco a sabiendas de que tengo agujeros en el zapato y a sentir mi pecho acelerado al recibir un mensaje de alguien inesperado. En definitiva, vivir en las pequeñas cosas, envidiando en secreto a aquellos que viven su vida a lo grande y consolándome pensando que en la mayoría de sus cabezas y corazones, están huecos.


En resumen, una existencia triste, pequeña, pero a veces feliz.

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