sábado, 22 de diciembre de 2012

La hora del té


Ella llegó, la chica de la melena dorada corría por la explanada, preocupada mientras el encapotado cielo amenazaba. La jadeante niña tropezó y acabó en el reciente barro, provocado por las lluvias. Al instante comenzó a llorar, era tarde, lo sabía y ya no habría nadie. Se incorporó y no se rindió, siguió corriendo con su vestido azul ahora manchado de barro ondeando al viento y el color rojo en sus medias antes blancas moviéndose lo más rápido que sus piernas lo permitían.

Por fin llegó, y como temía no había nadie, todas las mesas formaban una línea recta, todas distintas y de desigual altura cubiertas por elaborados manteles de encaje, algunos rotos, algunos movidos por el viento. Pero al fin y al cabo, sin nadie. La pequeña se sentó en un taburete, y se sirvió una taza de té, temblorosa, empezó a llorar y gemir, al mismo tiempo comenzó a llover, en aquel prado desolado Alicia recordó, ella ya no era una niña, todos se habían ido y sólo quedaba aquel vacío que se reflejaba en el té aguado que tenía delante....

No hay comentarios:

Publicar un comentario