martes, 11 de junio de 2013

Pura banalidad

Con esto de los exámenes tengo el blog más abandonado, bueno, por eso y porque al final nunca desayuno solo, que es cuando escribo, realmente tampoco tengo nada que contar, o al menos que deba contar, porque algo interesante hay en mi vida, que me motiva a llegar a Julio, pero hasta esa fecha ni quiero, ni puede ser más que eso, una motivación porque sé que me entregaría a ello completamente, como siempre, se activaría mi modo kamikaze, obviando mi propia seguridad mental, y es que soy bastante imbécil para esas cosas.

Tampoco sé qué más decir, no creo que os interese mucho lo que escribo pero hoy desayunaba solo y no me apetecía volver tan rápido a la silla, no me apetece volver a estudiar los recovecos de la memoria humana, soy más de contar lunares y morder con ganas.

A pesar de todos mis intentos, no puedo evitar pensar en el gatito naranja, es tan adorable, deberíais verlo, le encanta que lo acaricie y siempre responde gratamente, el gatito naranja tiene unos ojos de color infinito, en los que me pierdo, en los que os perderíais si pudierais porque no creo que os deje, porque el gatito naranja está conmigo y quiero que quiera seguir queriéndolo.


Luchando contra el enchoche, Acojonadito en exámenes.

martes, 4 de junio de 2013

La historia de la chica que quiere ser granadina.

Y una noche más, una noche igual, la joven encendió un cigarro para tranquilizarse, estaba ya harta de esa ciudad, de la misma gente, de su familia, de lo saturado que estaba todo, 20 años le cayeron en los hombros de un plumazo, había vivido en un castillo de oro que no era más que bronce bañado, una simple ilusión. Necesitaba un cambio, nuevos aires, descansar aunque solo fuera un fin de semana, respirar una bocanada de aire que no hubiera estado antes dentro de sus amigas, del gilipollas que le hizo daño o de una familia que no entendía.

Así pues, la joven compró un billete a la ciudad más lejana en la que tenía un amigo, el nombre no importa, los datos objetivos no son importantes en esta historia, lo importante aquí y ahora son sus ganas de volar.

Llegó a la nueva ciudad dispuesta a pasar un buen fin de semana de sol, playa y algo de fiesta, de alcohol, de risas y de noches libres de unos dramas que ya le pesaban.

Después del día llegó la noche, inevitable, y llegaron sus ganas de sentirse guapa, de ser divertida, de ser la nueva, y salió con su amigo de fiesta con el grupo de gente con la que solía salir su compañero, y entonces lo vio, un chico que en principio era simplemente un chico guapo, como hay tantos otros, pero como pasa en este tipo de historias en éste le pareció ver algo distinto, no era el típico chico que le suele gustar, ni el tipo de chico que suele encontrarse cuando sale por su ciudad natal, ella es una chica bien, de vida acomodada, él es un chico luchador, que ha tenido que vivir de si mismo desde que era joven, aunque de todo esto, la chica se enteró luego.

Esa noche la chica encontró sin querer lo que ni sabía que estaba buscando, ella no quería un hombre en su vida, no a ese nivel, pero claro, hacía mucho tiempo que no encontraba nadie que le hiciera encadenar una sonrisa con otra al ver al otro sonreír, fue lo que se conoce como magia y mágicos fueron los dos días que pasaron juntos, los detalles se quedan entre ellos dos, los que no se pueden describir, lo único que puedo contaros es que el día que la chica cogió el tren de vuelta a su vieja ciudad se quedó dormida con el traqueteo, y al despertar dos horas más tarde se encontró un mensaje en el móvil: "¿Has mirado bien dentro de tu bolso?".

Ella, todavía atontada por el sueño registró sus pertenencias y encontró un pequeño muñeco de peluche, un oso polar en cuyo vientre ponía escrito con mucho cuidado y con más cariño: 

"No me olvides"